Literatura dominicana

Al Borde de la Tormenta – Nicolás Vargas

Al Borde Tormenta Nicolas Vargas 01Llámenme Pablito, y lo que deseo contarles es la historia del verano del 65 y los eventos extraordinarios e inolvidables que me pasaron en él. Guardo la esperanza de que, compartiendo con ustedes esos recuerdos, se me haga más liviana la carga, el pesar. Podemos comenzar este relato de esos días que a veces quisiera borrar de mi memoria, con el vuelo en mi viaje de regreso al lugar donde nací…

Viernes 23 de abril de 1965

10:10 a.m.

En el avión, arrullado por el monótono ronroneo de los motores, veía por la ventanilla que pasábamos muy por encima de las nubes, como inmensos mantos de nieve. La vista me dejaba la sensación de ir en cámara lenta, cual preludio del aletargado ritmo de los trópicos. Era un jet Boeing 707, en el vuelo 235 de Pan American, que había partido del aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York hacia el de Punta Caucedo. En la ciudad de Santo Domingo, isla de la Española, como la bautizó Cristóbal Colón.

El primer trago de mi bebida tropical favorita, el cubalibre, preparado con mucho hielo, ron Caribe, refresco de cola, y un poquito de limón, que había saboreado rápidamente al despegar comenzando este viaje de tres horas y media, me había relajado de manera tal que mis pensamientos vagaban en torno a mi procedencia y mi destino, de dónde venía y hacia donde iba. Dejaba atrás mi cuarto año universitario, tras terminar mis estudios de economía y política en la Universidad de Princeton.

Estaba en las vacaciones del spring break, el breve receso de primavera, pero ya había concluido el cuarto año con la aprobación por adelantado de mi tesis de grado. La ceremonia de graduación sería el 6 de junio, fecha en que planeábamos viajar, junto con Papá y Mamá, para tomar parte en ella. Yo regresaría de nuevo a los Estados Unidos en el otoño para comenzar una maestría en administración de empresas en la Universidad de Pennsylvania, en Filadelfia, donde ya había sido admitido.

Un concierto para piano de Chopin, que se oía en las bocinas del avión, me recordó a Pedrito, mi hermano menor, pues era su compositor clásico favorito. Este concierto en particular, el No. 2 en Fa menor para piano, me lo sabía de memoria de tanto oírlo. Pedrito estaba por terminar su tercer año en la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans. Ambos nos graduamos de bachillerato en la misma escuela, Peddie School, en Nueva Jersey. Y luego tomamos caminos universitarios diferentes, pues él podría haber entrado a Princeton, conmigo, pero prefirió irse lejos, para no seguirle los pasos a su hermano mayor ni recibir su ayuda. Eso era lo que le dictaba su temperamento independiente.

Todos en mi familia, Papá, Mamá, mi tío Rafael Leonardo, hermano de Papá, habían estudiado en universidades en los Estados Unidos, y mi tío Pedro, hermano de Mamá, en la Sorbona de París, luego de haber cursado el bachillerato en la escuela La Normal de Santiago. No fue sino hasta después de graduarse que salieron del país. El caso de mi hermano Pedrito y el mío fue diferente, por razones que me explicó Papá la noche antes de que me enviara a los Estados Unidos. Era el 1 de junio de 1957, y yo tenía escasamente trece años de edad.

Esa noche, Papá me había llevado a su dormitorio. Hablaba mi bajito, en un tono misterioso. Mamá estaba también, ambos sentados en sus mecedoras y yo en la cama, pero ella se limitaba a observarme, como esperando mi reacción.

Pablito querido, comenzó diciendo Papá. Sabes que tus tíos Rafael y Amelia te están esperando en Nueva York, y que pasarás las vacaciones en un campamento de verano; pero tu Mamá y yo queremos que después te quedes allá estudiando el bachillerato. Ya bien sabemos que eres buen estudiante y no te falta inteligencia. Además, hablas suficiente inglés, así que no tendrás problemas para adaptarte a la escuela en los Estados Unidos.

Lo que me habían dicho hasta ahora era que iría al apartamento de mi tío, en Nueva York, por unos días y después al campamento de verano, como regalo por haberme graduado con todos los honores del octavo curso del Colegio de la Salle, y nada más.

Yo empezaba a sentir un poco de temor, y Papá continuó: Sin embargo, debo decirte algo muy importante y serio. Ya eres un hombrecito y sabrás asimilar lo que te voy a explicar. La razón principal por la cual te estamos mandando fuera del país es liberarte de las garras del dictador Trujillo, que mandó asesinar a tu abuelo Pablo, mi papá, así como a cientos de dominicanos, y cuya mano de hierro deja todos los días nuevos muertos. Vivimos bajo un régimen sangriento y las cosas empeoran cada vez más, Por eso queremos sacarte del país y que no regreses mientras él siga vivo y continuemos en esta situación.

Tras el primer golpe de desconcierto logré preguntar cómo era eso, si todos decían que gracias al generalísimo Trujillo el país había progresado, y yo le había hecho el saludo militar lleno de orgullo en los desfiles del 30 de Marzo, y siempre había oído que para los dominicanos las figuras más grandes eran Dios y Trujillo. Pero además quería saber qué había sucedió con el abuelo.

Papá no ocultó su tristeza por mi choque con la realidad, y por haber tenido que llegar a la decisión de mandarme fuera del país. La cuestión es que nuestra familia está en constante peligro desde que tu abuelo cayó en desgracia, y no queremos que ustedes crezcan en este ambiente de terror. Cuando tu hermano Pedrito se gradúe del octavo curso, también se irá, igual que tú.

Mamá intervino para decir que quizás era un buen momento para contarme todo lo que había sucedido, y que así yo me llevara conmigo la historia de la familia. Papá asintió, yo sentí un escalofrío, y empezó su relato…

Así comienza la historia de Nicolás Américo Vargas Pimentel, autor de Al Borde de la Tormenta, cuyo personaje principal, Pablito Fernández, jóven estudiante de la alta sociedad dominicana de Santiago, al volver a su país para las vacaciones, se vuelve espectador de los eventos de la guerra de abril 1965.

El autor del libro, nació en Santiago de los Caballeros, República Dominicana. Realizó estudios en Economía y Política en la Universidad de Princeton, y Maestría en Administración y Mercadeo en Wharton, Estados Unidos. Actualmente es vicepresidente del Grupo Popular.

Mi intención original fue sencillamente relatar una historia que, por mi origen y experiencia, refleja el punto de vista de ese sector, que no es muy conocido hasta ahora, expresó. Nadie salió bien parado de la contienda de abril; la mayoría de los dominicanos entiende que el golpe de estado a Juan Bosch en el 63 y la guerra civil del 65 fueron episodios de retroceso para la incipiente democracia, añadió.

SINOPSIS

Negros nubarrones se ciernen sobre la isla cuando Pablito Fernández, un joven de la clase alta de Santiago, regresa de los Estados Unidos a pasar las vacaciones, en abril de 1965. Justo después de su llegada se desata la guerra civil. Su casa en Santiago se convierte en un centro de información. En medio de la tensión reinante entre las fuerzas políticas y militares involucradas, y la preocupación de la familia porque el conflicto llegue a tocarlos, el joven empieza a llevar un diario en el que va consignando los sucesos del momento, incluidas las diligencias para llegar a una salida negociada de los empresarios que forman el Grupo de Santiago.

Señor Nicolás Vargas
Nicolás A. Vargas Pimentel

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