Lucrecia Rojas, una de las ex integrantes de la popular orqueste merenguera femenina “Las Chicas del Can”, de los años ochentas, sobrevivió a los dos atentados terroristas de Al Qaeda a las torres gemelas en el Centro Mundial de Comercio (WTC) el primero el 26 de febrero de 1993 y el segundo el 11 de septiembre de 2001.
Para entonces Lucrecia era la manager de una tienda de perfumes “Milano Perfumería” propiedad de una prima suya ubicado en el primer nivel de una de las torres.
En el atentado en 1993 los terroristas usaron camioneta cargada de dinamita que hicieron explotar en la parte baja de las torres, sin que ocurriera lo que sucedió en 2001 debido a que solo pudieron sacudir la estructura que se creía era indestructible.
Murieron seis víctimas y se responsabilizó a terroristas islámicos que residían en Estados Unidos, uno de ellos, Ramzi Yousef de Pakistán quien condujo la camioneta con la dinamita y logró huir a su país donde fue arrestado.
Los otros fueron detenidos en Estados Unidos.
Eso llevó a Osama bin Laden a usar los aviones secuestrados para impactar los edificios con más de 100 pisos cada uno y situados en el Distrito Financiero donde también se encuentra la Bolsa de Valores de la calle Wall Street.
El relato de la artista fue publicado en el periódico Chicago Tribune el 3 de septiembre de 2011 contando lo que vio y sufrió durante y después de la asonada terrorista.
Fue ubicada por este reportero en el estado de Idaho donde reside junto a su esposo e hijos y es predicadora en una congregación evangélica en la ciudad de Boise.
En un mensaje enviado por el mensajero de facebook confirmó la historia que relató en 2011, diez años después de la asonada terrorista contra Nueva York.
Narró que como de costumbre llegó el fatídico 11 de septiembre 2001 a su trabajo a las 7:00 de la mañana.
A las 8:46, sonó el estruendo que cambiaría su vida para siempre e hizo que le tomara fobia a Nueva York.
Dijo que la gente gritaba que era una bomba, el temor se esparció por todo el edificio y los empleados se abalanzaban en busca de la salida más cercana.
En tiempos normales, ella llegaba a esa salida en cinco minutos, pero entre la muchedumbre y el caos le tomó 15.
Cuando salió a la calle, se encontró con una escena que le provocó un shock.
«Había pedazos de gente en el suelo,» dijo. Un hombre que cayó frente a ella la traumatizó a tal nivel que no pudo volver a dormir durante un año.
«Nunca soltó el maletín. Fue como un pedazo de cristal al caer al suelo», añadió. «Los seres humanos nos creemos tan fuertes y somos bien frágiles».
«No sabíamos del avión que se había estrellado ahí, nada más sabía que tenía que correr», relató. Escuchó los ruidos ensordecedores de los impactos de las aeronaves que los terroristas estrellaron contra las torres.
«Pasó mucho tiempo para que mi oído pudiera volviera a escuchar normalmente», dijo.
Relata que caminó todo el día hasta su casa en El Bronx, donde sus dos hijos la esperaban sin saber si estaba viva o muerta.
Este era el segundo atentado terrorista que sobrevivía Rojas en el WTC, donde había laborado por 17 años.
Rojas tomó a sus hijos y se los llevó al aeropuerto reabierto para regresar a República Dominicana.
«Yo lo único que quería era regresar a República Dominicana», dijo. «Estaba muy desesperada que ni siquiera me di cuenta que tenía que comprar un boleto de ida y vuelta para mis hijos, que son ciudadanos americano”, explicó.
“Llegué al mostrador de la línea aérea y me faltaban $100 dólares para completar el pasaje y le dije a la señorita que era sobreviviente de los atentados del World Trade Center y quería irme y un señor me pagó lo que me faltaba», cuenta Lucrecia.
Duró tres meses en su país y regresó a Nueva York donde se convirtió en una desamparada sin hogar y con numerosas deudas, ya que se fue con lo que llevaba puesto.
La Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA) y la Cruz Roja Americana la ayudaron a conseguir un lugar donde vivir y a pagar la renta y terapia psicológica para ella y sus hijos.
Recordó que recibió unos $25,000 dólares en ayuda gubernamental y de otras agencias privadas.
En 2011 dijo que el Gobierno seguía pagándole parcial o la totalidad de la renta cuando estuviera desempleada por ser una sobreviviente de los ataques.
Pero también regresó a Nueva York en el mismo avión de American Airlines que explotó al día siguiente, 11 de noviembre 2001 en camino a la República Dominicana, al igual que este reportero.
«Me estaba haciendo daño la ciudad», precisó Rojas.
El trauma de lo vivido el 11 de septiembre hizo que Rojas decidiera no seguir viviendo en Nueva York.
«Ya no quiero estar donde hay edificios grandes», dijo. «Cada vez que estoy allá es revivir lo mismo que pasé, es un estrés psicológico», le dijo al Chicago Tribune.
Visitó en tres ocasiones la Zona Cero.