Isla Saona sus habitantes no regatean paz y tranquilidad

Aunque la Isla Saona es comúnmente conocida por sus atractivas playas y piscinas naturales, existen dos comunidades que cuentan con una población de más de 350 personas que no negocian vivir en otro lugar por más comodidades que les ofrezcan.

La paz y tranquilidad que reina en todo el entorno de la comunidad llamada Mano Juan, ubicada en la isla que pertenece al Parque Nacional Cotubanamá, en la región oriental, es una de las principales razones por las que sus habitantes se apegan a vivir rodeados de las aguas del Mar Caribe.

Sus residentes tienen una historia particular sobre el origen de su llegada a la isla. Algunos llevan más de 40 años asentados, sin arrepentimientos y sin echar de menos la modernidad y las comodidades de la ciudad.

Según contaron varios residentes a un equipo de Listín Diario, han conocido la isla en busca de oportunidades de trabajo, por amor, otros llegaron a través de conocidos del dictador Trujillo e incluso algunos de ellos a través de familiares que trabajaron directamente con españoles que se establecieron en la isla hace décadas.

Freddy Emilio vive en la isla desde hace 55 años y explicó a un equipo de Listín Diario que conoció este destino a través de su abuelo, quien lo llevó a trabajar a temprana edad con su patrón, un colono español.

La seguridad que le brinda el entorno le anima a mantenerse alejado de las zonas urbanas, donde a diario se producen decenas de fechorías.

Calificó la convivencia de la isla como «la mejor» y destacó que no teme ser asaltado, una práctica que predomina en las zonas urbanas del país debido al aumento de la inseguridad ciudadana.

Además de la paz que siente, el dinamismo económico por el turismo y las diferentes actividades laborales en las que se puede desempeñar mantienen a Emilio motivado para seguir residiendo en la isla sin inconvenientes.

Hasta diciembre de 2022 la comunidad no tenía electricidad. Los más pudientes económicamente adquirieron paneles solares, pero los de escasos recursos, entre ellos él, compraban velas y lámparas artesanales para alumbrarse, dijo.

Pero esa no fue una adversidad para renunciar a vivir en medio del Mar Caribe y ni siquiera su esposa, quien lo amenazó con irse a vivir a otro lugar si no tomaba la decisión de seguir sus pasos.

Me dijo: «Mi amor, si no te vas tú, me voy yo. Y yo le dije: pues vete», añadió, y añadió que tenían dos hijos que tampoco se adaptaron al entorno que actualmente es innegociable para él.

Al repasar su vida cotidiana sin electricidad, destacó la labor del Consorcio Energético Punta Cana-Macao (Cepem), que instaló electricidad permanente en toda la zona a un precio asequible.

Emilio sale de vez en cuando a la ciudad para visitar a sus familiares, pero no pasa allí más de tres días porque no está acostumbrado a la intranquilidad.

Margarita es otra de las que se suman al número de habitantes de la isla Saona. El calor y los mosquitos que la «azotan a todas horas», según ella, no han sido un problema importante para tener como opción vivir en otro lugar, aunque no ha sido fácil sobrevivir con las limitaciones.

Llegó a la isla a través de unos conocidos de Trujillo y, por aquel entonces, tenía 17 años. Duró un tiempo y luego renunció a la isla, pero su resistencia no fue por muchos años, porque regresó a donde era feliz.

«Nos hemos tomado nuestro tiempo porque no es fácil, pero vamos viento en popa», dice Margarita, refiriéndose a la importancia de la energía eléctrica que se inauguró hace unos meses.

Su principal fuente de ingresos era brindar servicios de masajes a turistas, pero debido a la osteoporosis tuvo que dejarlo y, en la actualidad, alquila un pequeño quiosco para vender artesanías, objetos con la bandera tricolor y diversos utensilios característicos de los dominicanos.

«Cuando uno se hace mayor no está en la calle, sino en total tranquilidad y aquí todos nos conocemos», dijo, y agregó que cuando viene a esta capital observa que la gente camina a «ciento y pico» y ella decide regresar rápido a su pequeño tesoro rodeado de agua azul.

Ángela Mejía también trabaja en una tienda de artesanía y en la playa al mismo tiempo. Se fue a la isla con un familiar a trabajar y allí se casó con un hombre que conquistó su corazón. Fruto de su amor, tuvieron tres hijos que actualmente tienen 17, 11 y 3 años.

Aunque lamentablemente su marido falleció hace cuatro años, esto no ha sido motivo para abandonar la isla e intentar rehacer su vida en otro lugar.

Vivir entre la arena, el sonido de las olas del mar y el viento soplando en todas direcciones es «lo mejor del mundo», confiesa con una sonrisa.

Además de Ángela, en la zona viven más personas y, según otros testimonios de más miembros de la comunidad, «no les falta de nada», como alegan con cara de satisfacción por vivir en armonía directa con la naturaleza.

Las temporadas ciclónicas y sus característicos fenómenos naturales son algunas de las preocupaciones de Ángela y otros pobladores, debido a la fragilidad de sus viviendas, sin embargo, aseguran que se han acostumbrado a estas perturbaciones.

Con firmeza, Ángela aseguró que no cambiaría su hábitat por nada del mundo y que sólo suele salir a La Romana para visitar a su madre.

«Aquí estamos bien, vas andando todo el rato y no te pasa nada. Por la ciudad, ¿por qué, para que me den una bofetada? Allá (en la playa) te puedes levantar al amanecer y no te va a pasar nada», dijo, y agregó que no cambia su tranquilidad por las facilidades de otros pueblos porque en sus calles hay mucha inseguridad.

Isla Saona

El transporte público se realiza en barco y desde la isla hasta la ciudad de Bayahibe cuesta entre 700 y 800 pesos por persona.
La comunidad de Mano Juan, en la isla Saona, cuenta con un centro médico, iglesias, escuelas, restaurantes, establecimientos de ocio nocturno, varios hoteles populares y bodegas donde los habitantes se abastecen de alimentos crudos.

Además de las instalaciones recreativas, hay dos puestos, uno con agentes adscritos a la División Especializada de Seguridad Turística (Politur) y otro correspondiente a la Marina de Guerra de las Fuerzas Armadas.

Fuente: Dominicantoday.com

author avatar
República Dominicana Live Editor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *