A través de sus grandes empresas de construcción de infraestructuras y de gestión de servicios portuarios, China controla ya la gestión de puertos en casi todo el Caribe, con la notoria excepción de República Dominicana, que ha decidido no entregar a los chinos ninguna infraestructura estratégica para no poner en peligro su buena relación con Estados Unidos, de la que tanto depende económicamente. China cuenta con el puerto de mayor tráfico de las Antillas (Kingston, en Jamaica) y con el principal puerto del aliado estadounidense más próximo a sus costas (Freeport, en Bahamas, a solo 150 kilómetros de Florida).
El jefe del Comando Sur de EE.UU. acaba de dar de nuevo la alerta. El almirante Craig Faller, que comanda la sección de las Fuerzas Armadas estadounidenses atenta a todo el vecindario sur de EE.UU., es una de las voces más activas alertando sobre la progresiva penetración de China en lo que Washington considera su «patrio trasero». Con motivo de recientes visitas al Caribe, Faller se ha referido a los últimos esfuerzos de Pekín por disponer de puertos en Jamaica y en la República Dominicana, completando una red portuaria que Washington ve como una amenaza, cerca además del canal de Panamá, que tiene un gran valor estratégico para EE.UU.
La hipotética amenaza consiste en que, si Pekín lo estimara necesario, las compañías chinas deberían someterse a la voluntad de su Gobierno, de forma que instalaciones civiles podrían quedar al servicio de la Armada del Ejército Popular de Liberación.
Jamaica y República Dominicana
Los últimos movimientos en cuestión portuaria tuvieron lugar el año pasado. En abril de 2020 la empresa China Merchants Port Holdings pasó a hacerse con la mayoría accionarial en una concesión por treinta años del puerto jamaicano de Kingston, que es el de mayor tráfico de las islas caribeñas y el más cercano al Canal de Panamá, lo que le convierte en un interesante «hub» logístico para Pekín, que es el segundo cliente del Canal, después de EE.UU. Jamaica es el principal beneficiario de los préstamos públicos chinos a las Antillas, con 2.100 millones de dólares desde 2005, destinados a la construcción de autopistas, puentes, edificios y otras infraestructuras. Además, ha recibido una inversión de 3.000 millones para la explotación de bauxita y la producción de azúcar.
En 2019 el Gobierno jamaicano denegó, por razones medioambientales, la posibilidad de que China promoviera otro puerto, esta vez en Goat Island, y anunció que no pediría más créditos a China porque no quería endeudarse en exceso; no obstante, la estrecha relación entre ambos países se ha mantenido.
Pekín también ha mostrado interés en desarrollar un puerto en República Dominicana, pero no ha logrado su objetivo. A comienzos de 2020 el embajador chino, Zhang Run, apuntó al puerto de Manzanillo, en el municipio de Pepillo Salcedo, que se encuentra en la costa norte, junto a la frontera con Haití. Se trata de una ubicación adecuada para las rutas hacia Estados Unidos, y cuyo desarrollo complementaría los dos puertos que flanquean Santo Domingo, en la costa sur (Caucedo y Río Haina).
Sin embargo, el presidente dominicano, Luis Abinader, ha rechazado esa posibilidad. En una visita a Washington en octubre pasado, Abinader manifestó que las inversiones de China son «bienvenidas», siempre que sea «en áreas no estratégicas del país». «Las áreas estratégicas están bien definidas: puertos, aeropuertos, telecomunicaciones. Estas son áreas que van sobre seguridad del país», advirtió. Indicó que República Dominicana necesita mantener excelentes relaciones con EE.UU., al que destina más del 50% de sus exportaciones y donde residen dos millones de dominicanos. No obstante, en 2018 el país dejó de reconocer a Taiwán (en la estela del cambio que han realizado varios países centroamericanos) y en 2019 pidió un crédito de 600 millones para la mejora de su red eléctrica.
Estadios de críquet
China ha construido o gestiona muelles también en Bahamas, Cuba, Trinidad y Tobago, y Antigua y Barbuda. En el caso de Bahamas, una compañía de Hong Kong dirige las terminales de Freeport, el cuarto puerto en tráfico de las Antillas, solo por detrás de Kingston (Jamaica), San Juan (Puerto Rico, territorio estadounidense que no ha cedido infraestructuras vitales a los chinos) y Caucedo (República Dominicana). Además, otra empresa china ha construido nuevas instalaciones en North Abaco, otra de las islas de las Bahamas. En Cuba, la China Communications Construction Company (CCCC) se encargó de la construcción de nuevo terminal del puerto de Santiago, inaugurado en 2019.
Esas obras, llevadas a cabo mediante préstamos chinos, se han realizado en la mayoría de los casos como parte de los protocolos de la Nueva Ruta de la Seda, iniciativa a la que se han incorporado ocho países caribeños, entre ellos Jamaica, Barbados, Cuba y Trinidad y Tobago. Parte de esa expansión de la influencia china en la región ha sido la apertura de nueve centros Confucio (para una población de solo 41 millones de habitantes) y «regalos» de estadios de críquet para las naciones colonizadas por Inglaterra, como en Granada y Trinidad y Tobago.
Por otro lado, la prensa inglesa ha atribuido a la presión china la decisión de Barbados de dejar la Commonwealth, algo que se hará efectivo el próximo mes de noviembre, según han anunciado las autoridades locales.