Lancia Delta Oro 1.4 Turbo Jet 150 CV

Lancia Delta Oro 1.4 Turbo Jet 150 CV, un ejemplar único

El Lancia Delta se puede considerar como un producto surgido por la batalla actual entre los diseñadores de la industria del automóvil. Este modelo que ha resultado ser un trabajo dirigido por el malagueño de adopción Frank Stephenson se contrapone en cambio con las líneas clásicas que tienen muchos de sus rivales del segmento ‘premium’ creados por el lapiz de Walter D’e Silva.

Del Lancia que todos conocíamos no queda más que el nombre en este renacido modelo. De deportivo pasa a casi monovolumen por unas formas que tampoco llegan a serlo; de racing se convierte en un coche burgués por comportamiento y uso, y de divertido pasa a coche familiar. Eso sí, el motor de 150 caballos es alegre y el cuidado interior es notable.

Hay cierta indefinición en el relevo del Delta que es apreciable nada más ver el coche, ya sea en imágenes de una revista como ésta o en la propia realidad. De aquel Delta que ocupaba un espacio bien definido como coche deportivo, de aspiraciones racing en sus versiones más potentes, divertido en carretera y demás aspectos no queda nada, el cambio es total. Esto, que quede también muy claro, no es bueno ni malo, sencillamente es un « cambio de razón social » que ha dado con los huesos del modelo en un nuevo formato, alejado de la deportividad y mucho más enfocado a la imagen, al lujo y al buen saber hacer de una marca más encaminada ahora a hacer coches para otros segmentos del mercado que coches destinados a los rallyes u otros menesteres parecidos.

Dentro del nuevo Delta te encuentras un ambiente muy bien elegido, con cierta clase, todo hay que decirlo. Se ha sabido escoger una excelente combinación de materiales, colores y diseños, e incluso se han sabido disimular los plásticos duros, y en algún caso hasta mal rematados, de tal forma que impera el diseño y, nos atrevemos a decir, también el lujo.

Da igual que haya mucho del Bravo en los elementos del salpicadero, porque la combinación final, el resultado total, es agradable y ofrece buen feeling. Entre otras cosas, se consigue porque el salpicadero, el cuerpo principal, está realizado en un material blandito al tacto y agradable a la vista, de tal forma que el plástico duro al que aludíamos antes ocupa un segundo plano también en esta percepción. Hasta los asientos de cuero dejan entrever una forma distinta de presentar las cosas, con más clase. Eso sí, éstos no te halagan con una gran sujeción lateral, porque impera más forma que la función; son cómodos, también hay que decirlo, pero poco deportivos, como el resto del coche.

Ese espacio total al que nos referimos es casi descomunal, decimos casi porque no llega a las proporciones que ofrece un monovolumen grande, del estilo de un Voyager o Space, por ejemplo, pero es mucho más que teóricos rivales de este coche, como el A3 Sportback. Su alargada batalla permite un buen espacio para las piernas detrás, y la utilidad de la banqueta y el respaldo trasero, deslizables en longitud, permiten que en el mejor de los casos el maletero llegue a casi los 500 litros de capacidad, que no está nada mal.

Si arrimamos el ascua a nuestra sardina, lo que está claro es que comparando el carácter de los últimos Delta, y en concreto de aquellas « Deltonas » potentes y de cuatro ruedas motrices, no hay color sobre el asfalto entre el modelo pasado y el presente. Con el actual se busca otra cosa bien distinta, que no es nada más y nada menos que contentar a un público nada deportivo, que busca cierta excelencia y que se siente a gusto conduciendo un modelo de generosas dimensiones.

Este Delta del siglo XXI es blandito de suspensiones, con unos asientos que te sujetan poco el cuerpo, aunque sean cómodos, con una respuesta de motor muy buena y alegre, que no deportiva en conjunto, con un cambio normal (ni rápido ni lento) y, en general, con un tacto suave y agradable (la dirección es hasta excesivamente suave). El resultado es un coche que se balancea y cabecea lo normal en carretera, que no es el más ágil en asfalto, pero que tampoco resulta torpe de conducir, porque es un coche rápido que ha perdido la oportunidad de tener un eje trasero más elaborado que el torsional que monta.

De este motor de 150 caballos sólo podemos hablar bien, la verdad. Su rendimiento real nos ha parecido una delicia, porque es muy progresivo, algo que se agradece en una berlina de este tipo, e incluso también frente a otros modelos de distinto corte y carácter. Hundes el pie en el acelerador (no tiene que ser a tope) y encuentras respuesta segura, y ello a pesar de que el rendimiento pleno del sobrealimentador empieza en 2.000 rpm, lo que pudiera parecer algo tarde en la respuesta teórica.Lancia Delta Oro 2 Lancia Delta Oro 3

Sin embargo, antes del régimen comentado ya tenemos algo de carga, y eso es suficiente para mover los 1.400 kilos que pesa esta versión con bastante soltura, aunque aparentemente resulta más pesada a la vista, por su voluminosidad exterior e interior.

Tampoco va mal de consumos, arrojando oficialmente, y en la práctica, cifras muy respetables para tratarse de un gasolina. Tanto es así, que en esta versión por lo menos, da para pensarse si es más rentable optar por un diésel que por el tipo de combustible que usa el de prueba.

Cuando el nuevo Lancia Delta fue presentado, en lo que al concepto se refiere, había una clara inspiración en el Audi A3 Sportback. No obstante, este último sufrió muchas críticas en cuanto a la estrechez de las plazas traseras. Por este motivo, Lancia ha afinado algo más la idea de la marca alemana y ofrece un asiento trasero que se puede regular en longitud. Esta solución permite a los ocupantes, o bien optar por un gran espacio para las piernas, o bien mayor espacio en el maletero. La habitabilidad, por tanto, y el confort de marcha y el comportamiento ágil son sus puntos fuertes, mientras que el consumo y algún que otro detalle de presentación serían algunos de sus puntos más débiles.

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